1 Introducción

Las Lenguas de Signos (LS) constituyen un conjunto diverso y complejo de sistemas lingüísticos que desempeñan un papel crucial en las comunidades de personas con discapacidades auditivas a nivel global (Stokoe 1960; Parkhurst y Parkhurst 2001). Contrariamente a los idiomas orales, que se transmiten a través del canal auditivo-vocal, las lenguas de signos se comunican mediante un canal viso-gestual. En este contexto, el emisor, también conocido como signante, efectúa una serie de gestos codificados con las manos y el cuerpo, que en su conjunto se denominan “signos”. Estos signos se realizan dentro de un dominio espacial específico, comúnmente llamado “espacio de signado”. El receptor u observador, a su vez, se vale del sentido de la vista para captar, interpretar y procesar estos signos (Quer, Pfau, y Herrmann 2021).

Estos sistemas de signos exhiben una rica variedad de articulaciones gestuales que abarcan desde configuraciones manuales estáticas hasta movimientos dinámicos de las manos, e incluso inclinaciones sutiles del cuerpo. En una analogía con los idiomas orales, estas articulaciones gestuales pueden considerarse equivalentes a los fonemas en las lenguas habladas, y se organizan en patrones específicos para formar signos individuales, que a su vez se combinan para crear frases y oraciones complejas (Brentari 2019).

En años recientes, las lenguas de signos han experimentado un notable incremento en su visibilidad e interés por parte de la sociedad en general. Diversos medios de comunicación, incluyendo cadenas de televisión públicas, han empezado a incorporar intérpretes de lengua de signos en sus transmisiones, lo cual ha contribuido significativamente al reconocimiento público de la complejidad y la riqueza de estas lenguas (Utray y Gil 2014). Paralelamente, su expresividad inherente y atractivo visual las han convertido en un fenómeno recurrente en la difusión de la cultura popular, como en el caso de los memes en internet o en la interpretación de música en LS (Peñalba Acitores, Moriyón Mojica, y Luque Perea 2018).