Traducción automática de lenguas de signos
De vez en cuando me llegan noticias de un trabajo académico, investigación o incluso producto industrial que “traduce” la lengua de signos. Es un tema vistoso e interesante, por lo que estos proyectos suelen tener cierto eco en medios y redes sociales, y algún amigo o familiar que sabe que investigo en ese tema me lo hace llegar.
Casi sin excepción, estos trabajos presentan un mismo problema: no ser conscientes de la realidad de la lengua de signos como idioma independiente y con todas las características de uno. No es razonable pensar que una persona sola, o un pequeño grupo, pueda traducir un idioma “convencional” en apenas meses o años; menos aún que lo puedan conseguir con lenguas más desafiantes y menos estudiadas como son las lenguas de signos.
Sí, en plural. Las lenguas de signos no consisten simplemente en usar las manos para transmitir letras o palabras. Surgen de la necesidad comunicativa de las comunidades sordas, y poseen su propia historia, cultura y, por supuesto, vocabulario y gramática. Estos elementos son distintos en cada área geográfica y comunidad sociolingüística, al igual que ocurre con las lenguas orales. Y esto no es un problema, sino una realidad humana y natural, pero que implica la necesidad de más estudio antes de lanzarnos a investigarlas. En el apartado 2.2 de mi tesis presento algunas de las características lingüísticas de estas lenguas (centrándome en la Lengua de Signos Española) de forma técnica pero accesible.
Por tanto, cuando leáis un titular que habla de un trabajo que traduce la lengua de signos, sabed que, con un 99% de certeza, no es verdad. Reconocer en una imagen las letras del alfabeto dactilológico no equivale a traducir lengua de signos. Ni siquiera ser capaces de distinguir un pequeño número de signos distintos en vídeo se acerca a resolver el problema. No es mi intención menospreciar estos trabajos, que además a menudo son llevados a cabo por estudiantes de grado o máster, y para los que es un ejercicio excelente y muy didáctico enfrentarse a las distintas tecnologías y retos que implica trabajar con lenguas tan especiales. Pero es importante ser realistas a la hora de comunicar los resultados conseguidos.
Si se quiere hacer algo verdaderamente útil, existen multitud de problemas por atacar, áreas en las que investigar para avanzar en el largo camino que nos llevará algún día a sí, traducir automáticamente las lenguas de signos. El capítulo 2 de mi tesis explora precisamente algo del estado de la cuestión necesario para iniciarse en este campo, con bibliografía para seguir tirando del hilo e incluyendo referencias a varios de los grupos en España y Europa que investigan en este ámbito. Y, por supuesto, me podéis escribir al correo para pedir más información, o si os estáis planteando zambulliros personalmente, os puedo dar consejos, sugerencias, o explorar posibilidades de colaboración.